Para catar, apreciar y valorar
el aceite de oliva se necesitan el sentido de la vista,
el olfato, el gusto y el tacto (textura).
El sentido de la vista aun siendo
un factor secundario nos puede decir si el aceite es demasiado
verde o demasiado maduro y predispone a los demás
sentidos. Se trata de la puerta de entrada de cualquier
alimento. El sentido del olfato ocupa un papel primordial
en la cata y el sentido del gusto permite detectar los
sabores amargos; a través de las mucosas situadas
en la parte posterior de la garganta se perciben los sabores
picantes. La boca desempeña asimismo un papel fundamental
a la hora de valorar la textura de un
aceite.
Por lo tanto podemos decir que
a través de la cata de un aceite, se puede averiguar
dos cosas. El tipo de aceite, si es suave, fuerte o intenso
y determinar el grado de sabor picante, y con esto se
debe recordar al respecto que la sensación de este
rasgo gustativo se acentúa al añadir sabores
picantes al paladar.